Ella cree ir a encontrar la felicidad, pero bien sabe que no está siendo así
No quiere ir a ningún psicólogo y definitivamente creo que la estamos perdiendo
Mi querida hija siempre fue una niña sensible, preciosa y feliz, pero con la llegada de la pubertad se llenó de miedos. Muchos miedos, inseguridades, rechazos y una sensibilidad exagerada, que la llevaron a buscar un modo de protegerse. Y la salida que encontró fue convertirse en un chico.
Durante unos 5 años, más o menos, hemos tenido que luchar contra la exigencia de los pronombres, el nombre elegido y las relaciones afirmadoras de sus amigas, que iban por el mismo camino. Muchas veces nos hemos sentido muy mal por ver su sufrimiento, lo que también nos hizo dudar y dar pasos irreparables. Estábamos perdidos. Y aún lo seguimos estando. Pero no por lo que tenemos que hacer, sino por cómo conseguir que se permita a los profesionales ayudar a nuestra hija.
Tiene casi 20 años y comenzó la hormonación hace año y medio, con su mayoría de edad. No quiere ir a ningún psicólogo y definitivamente creo que la estamos perdiendo.
Seguimos estando ahí, pero su rechazo es constante, sobre todo hacia mí, su madre. Aunque yo, principalmente, sigo insistiendo en que estoy aquí para ella. Y siempre lo estaré.
Ella cree ir a encontrar la felicidad, pero bien sabe que no está siendo así.
Realmente estamos desesperados, vemos sus cambios físicos y nos duelen profundamente. En nuestro entorno muy poca gente se pone en nuestro lugar. Les parece algo estupendo, pero no sufren cómo su voz cambia, cómo le aparecen entradas en el cabello y cómo se le hincha el cuerpo. No ven cómo se va enfermando poco a poco su cuerpo.
Ella sabe perfectamente lo que pensamos. No la afirmamos ni la nombramos en masculino. Todos nos han dicho siempre que si no la ayudamos o se suicidará o nos abandonará. La amenaza de la espada de Damocles siempre encima. Actualmente nosotros estamos firmes, aunque el miedo a su avance y a su pérdida siempre está ahí.
Solo deseo que esta locura la pare alguien.
Algunos se perderán en el camino, pero yo confío en que su futura madurez, nuestro apoyo y la semillita que hemos plantado año tras año en su día a día les haga reencontrarse con ellos mismos y con su familia.